viernes, 29 de agosto de 2014

MOMENTOS

Ese día a pesar de haber perdido el control de nuestros cuerpos,
levanté la vista y su mirada oscura abrió mis sentimientos,
sentí una terrible necesidad de hundirme en él y por descuido, le abrí también mi corazón.

En un segundo rompió los muros que tan celosamente había construido y me demostró que se habían descongelado todas las barreras y que del lado izquierdo de mi pecho, mis latidos ya gritaban su nombre.
y así fue como abrió una herida en mi vida, de esas que no cicatrizan, de esas que te infectan incluso el alma.
No le culpo del todo, quizás todo fue culpa de los besos de los buenos días, o de esos besos de los que nunca puedo hablar, sería estúpido de mi parte ponerle letras a algo tan maravillosamente tibio y dulce como sus besos de despedida....y lo que me hacía con ellos.
No recuerdo exactamente cuando fue la primera vez que lo vi como un hombre, pero si el momento exacto en que empecé a amarlo con el alma.

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